Alguien dijo en una ocasión que a las personas no se las mide por el espacio que ocupan, sino por el vacío que dejan, y Manolo ha sido el ejemplo perfecto de esta sabia reflexión.

Su talante siempre conciliador, su generosidad sin límites, su tesón en la excelencia de todo cuanto hacía y su dedicación absoluta a fomentar valores de humanidad, quedarán entre nosotros como ejemplo del buen hacer de Manolo .

Era un placer ver cómo se le iluminaba la cara hablando de su esposa, sus hijos, y, sobre todo de ese nieto que lo traía loco, a este andaluz de bien, cordobés de nacimiento, para más señas.

Manolo ha sido y será siempre un referente en la Casa de Andalucía, un amigo de esos que la historia denomina “imprescindibles” y del que siempre nos sentiremos orgullosos.

Cuando hablemos de Manolo se nos llenará la boca para decir que no sólo ha sido …..”un buen hombre”, sino que por encima de todo era… “UN HOMBRE BUENO”

Hasta siempre, Manolo, gracias por haber sido parte de nuestras vidas.