Cada tarde el torero tiene una cita incierta, quizás con la muerte. Gloria, sangre, triunfo, riesgo…, son opciones con las que a diario juega. Conoce el peligro de su profesión que le obliga a la ejecución de una obra que será de arte si se encuentra inspirado y ha vencido u olvidado el miedo.
Enfrente, no tiene un enemigo, sino un oponente, que ha de dominar para que sea su colaborador en las faenas y es consciente de que le puede hacer mucho daño, romperle el lienzo. Por eso en su léxico utiliza a menudo la palabra Dios y al Él se encomienda, confiando en la protección que pueda darle ante el reto que se plantea.

Por lo general, los toreros son personas religiosas, creyentes, incluso piadosas, conformes con la voluntad del Creador y deseosos de que nunca les toque a ellos la decisión fatal, pese a sus continuos retos con la muerte. Por eso, en las horas anteriores a la corrida, en la habitación del hotel rezan en intimidad en sus capillas portátiles, que sus mozos de espadas les preparan, a sus Vírgenes, Cristos o Santos de su advocación.

Como dice el cronista taurino Ricardo Díaz-Manresa: “El toreo forma parte de la religión porque los toreros, antes de jugársela y después de vestirse, rezan –la mayoría- ante su altar particular volante que llevan de hotel en hotel. Ya en la plaza van, casi todos, siempre a la capilla a pedir protección. Y al empezar a hacer el paseíllo, se santiguan. O sea, tres rezos en corto período de tiempo (menos de una hora)”.

Yo añadiría que la mayoría de ellos cuando salta su toro a la arena, antes de iniciar la faena, en la tronera del burladero, se santigua de nuevo repetidas veces, como por lo bajini, tocando y retocando el crucifijo que suele llevar en el corbatín. ¿Plegaria, superstición?

Antes del paseíllo, en la Capilla de la misma plaza, algunos rezan, yo pienso que todos los que entran a ella es para pedir protección y fuerzas para sobrellevar el temible peso de la cornada, si se produce, y de sus consecuencias. En sus corbatines lucen en oro o plata las figuras de quienes son devotos e incluso en sus monteras y antiguamente en sus relicarios algunos guardaban la estampa de su predilecto, aunque otros los utilizan para ocultar otro tipo de sortilegios.

Ciertamente hay toreros que no entran al recinto religioso de la Plaza y otros que lo hacen, según ellos dicen, no para rezar y si para quitarse del medio y ocultarse de la multitud que les agobia antes de pisar el ruedo.

La Semana Santa este año llega mezclada entre corridas de toros y estaciones de penitencia, sin tiempo casi de cambiarse el traje de luces por el de penitente, para seguir, como les gusta, a sus Cristos y Dolorosas por las calles de España.

Es preferentemente en Andalucía donde los toreros, los de antes y de ahora, han sido y son, fervientes devotos y hasta han llegando a ser hermanos mayores de las cofradías. Desde siempre el mundo del toro y la Semana de Pasión han estado vinculados y, como les cuento, es quizás en Sevilla donde más se demuestre esta unión pues en ella existen dos cofradías toreras: la de San Bernardo, de la que eran miembros Pepe Luis Vázquez y sus hermanos y la del Baratillo, que tiene como sede la que fue capilla de la Maestranza y ella pertenecen: El Cid, Morante y otros famosos toreros, además de subalternos.

Hasta el legendario “Pepe-Hillo” fue miembro de esta Hermandad a la que con frecuencia Iba a rezar en la capilla. Por eso los graciosos sevillanos le decían: “-Qué pena me ha dado ver a Hillo/ Rezando en la Capilla del Baratillo”.

Les gusta seguir en las noches de incienso y romero, de saeta y mantilla, a la Virgen o a su Hijo y se hacen penitentes, algunos portando incluso su propia cruz a cuestas como Enrique Ponce y su cuadrilla. Toreros piadosos, que sentirían no poder acompañar a su Esperanza o a su Crucificado.

Precísateme fue el diestro de Chiva quien pronunciando el otro día el Pregón de la Semana Santa Marinera de Valencia, emocionó a los presentes cuando en su discurso dijo frases tan sentidas como: «Desde mi yo torero, comprendo, entiendo perfectamente la Pasión de Jesús esta Semana Santa”; “La llegada en loor de multitudes a la plaza es como nuestro domingo de Ramos; todo son parabienes, ensalzamientos, pero sabemos perfectamente que esas personas serán implacables en el juicio al que nos someterán en el ruedo”. “Los toreros nos ceñimos al cuerpo el capote de paseo, con el Cristo o con la Virgen de nuestra especial devoción».

La Fiesta Brava por momentos deja de serlo para convertirse en Fiesta de Pasión. Es la hora de agradecer y los hombres de luces, de oro, plata o azabache lo hacen en esta Semana Santa.

También los del Rincón Taurino el “Mentidero” de la Casa de Andalucía de Zaragoza seguimos el Domingo de Resurrección los pasos de la Cofradía hermana, la de los nazarenos de Jesús de la Humildad y de su Madre María Santísima de Dulce Nombre que mecidos a hombros de sus costaleros desfilan por las calles del Casco Antiguo, de la Magdalena, e incluso dentro de la Catedral de la Seo, por un especial privilegio.

Privilegio del que goza Antonio Navas, ex presidente de la Casa y actual miembro de su Junta Directiva, de ser el capataz del trono del Cautivo y que a sus toques de orden, se eleve el paso a los cielos ante el asombrado pueblo zaragozano como sucede en cualquier hermosa noche santa andaluza.

Pasión en los ruedos, pasión en las calles. Devoción y arte.

Fernando García Terrel

Abril de 2011.